La iglesia de San Lorenzo estrena una radiante cara gracias a la limpieza en profundidad que se está llevando a cabo en sus muros y capillas interiores. La arena, el polvo y la suciedad que acumula es producto de los muchos años de abandono que ha sufrido el inmueble. A esto se suman las recientes intervenciones de restauración de las que ha sido objeto desde que la Fundación Huerta de San Antonio tomara las riendas de su rehabilitación en 2013.
La empresa segoviana ConservarArte se ha hecho cargo, una vez más, de esta tarea. Sus componentes, Sara Martín y Beatriz Rubio, ya trabajaron en la puesta en valor de las policromías mudéjares del alfarje de San Lorenzo. Una escrupulosa tarea de restauración, realizada en cuatro fases, que ha cambiado de forma radical el aspecto del sotocoro, devolviéndole la luz y el color original.
Esta limpieza e investigación se ha llevado a cabo con la ayuda de un elevador de pluma articulada, cedido por el Ayuntamiento de Úbeda para que las restauradoras puedan acceder hasta los sitios más recónditos. Esta maquinaria, junto con el hábil manejo de brochas y potentes aspiradores, han permitido desvelar detalles que permanecían ocultos, así como una valiosa información para la comprensión de la evolución y transformación del templo ubetense.
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Piedra, yeso y mortero
En esta labor de limpieza se ha observado una gran profusión de capas de cal sobre los muros de San Lorenzo. Este elemento aparece desprendido en algunas superficies del interior de la iglesia y en otras, en cambio, se presenta muy integrado. Esto último provoca que los volúmenes de las molduras y de los elementos decorativos de la nave y de las capillas se vean redondeadas. Por otro lado, se ha podido observar que es la piedra el elemento predominante en el interior del edificio, tanto en su estructura como en su decoración.
Muchos de los sillares de piedra que conforman los muros aparecen labrados por una de sus caras, lo que hace pensar que esta técnica forma parte de su originaria decoración o bien que tenía el objeto de sujetar algún tipo de mortero. Los morteros encontrados en esta limpieza desvelan la existencia tras ellos de volúmenes estructurales ocultos. Y, al parecer, ejercían como anclaje de piezas decorativas perdidas en la actualidad.
El predominio de la piedra en el interior de San Lorenzo se relaja, sin embargo, en la capilla mayor, donde predomina la decoración a base de yeso. Un elemento sobre el que también abundan las capas de cal superpuestas que no dejan ver, al menos hasta el momento, su primitiva decoración cromática. Sin embargo, en las pechinas está el yeso desnudo.
Restos de policromías
En el resto de las capillas de la iglesia de San Lorenzo sí se ha observado la presencia de varias policromías, aunque pocas. Los restos cromáticos más antiguos son los de mayor calidad y parecen imitar mármoles y volúmenes a modo de trampantojos. De una época intermedia parecen ser algunas epigrafías de color oscuro, semejantes a las encontradas en la capilla de San Andrés, aunque sin poder determinar que pertenezcan a la misma época histórica. Estas últimas también fueron rehabilitadas por la empresa ConservarArte en el año 2018.