Sentir Baeza AOVE Fest ofreció una nueva edición llena de emociones, energía y diversidad sonora en el recinto ferial

Sentir Baeza AOVE Fest ofrecio una segunda noche de emociones energia y diversidad sonora en el recinto ferial scaled

La noche del viernes marcó el inicio del Sentir Baeza AOVE Fest 2025 con una jornada inaugural que supo conjugar la intimidad de los nuevos talentos con la energía consagrada del indie nacional. El recinto ferial de la ciudad Patrimonio de la Humanidad fue el epicentro de una experiencia musical que, un año más, pone en valor no solo la música, sino también el producto estrella de la tierra: el Aceite de Oliva Virgen Extra.

Desde las 20:30 horas, los dos escenarios dispuestos —Caja Rural de Jaén y IPG Aceite de Jaén— ofrecieron un dinámico vaivén sonoro sin pausas ni solapamientos.

La encargada de abrir fuego fue Maren, que con su voz delicada y atmósfera melancólica consiguió silenciar el bullicio inicial y concentrar las miradas en una propuesta honesta, enérgica y emocional. A continuación, el trío Sidonie transformó la calma en efervescencia: psicodelia, pop pegadizo y su infalible carisma hicieron retumbar Baeza con un show repleto de hits coreables.

El testigo pasó luego a Querido, que ofreció una actuación más pausada, cargada de sensibilidad y letras que invitan a la introspección. Un bálsamo perfecto antes de que Veintiuno encendiera la segunda parte de la noche con su mezcla de soul-pop, guitarras afiladas y groove infeccioso que desató el baile entre el público joven.

A la 1:15 h subió al escenario Karavana, abanderados del nuevo garage pop patrio, que demostraron por qué son una de las bandas revelación más queridas del circuito festivalero. Y como broche de oro, Elyella cerró la jornada con una sesión explosiva de electrónica, visuales vibrantes y una comunión total con los asistentes, que resistieron bailando hasta bien entrada la madrugada.

Más allá de la música

El festival no solo fue una cita sonora, sino también una experiencia sensorial. La gastronomía local, los espacios cuidados y el homenaje permanente al aceite de oliva virgen extra completaron una noche que celebra lo mejor de la cultura jiennense contemporánea. Un público diverso —desde jóvenes melómanos hasta familias enteras— llenó el recinto sin agobios, confirmando que Sentir Baeza es ya sinónimo de calidad y calidez.

Con esta primera jornada, el festival dejó el listón alto y consolidó su apuesta por una identidad única: música independiente, cultura local y una atmósfera cercana e inclusiva

Plaza de la Barbacana

El mediodía del sábado en Sentir Baeza 2025 ha llegado con aires renovados. La jornada arrancó bajo un sol radiante y con un cambio importante: el festival estrenó su nueva ubicación en la Plaza de la Barbacana, un enclave con encanto patrimonial, que ofreció un entorno más vibrante para vivir la música al aire libre.

En este nuevo escenario, con Vuelo Fiji, la temperatura emocional volvió a subir. Su rock enérgico y envolvente convirtió la Barbacana en un oasis sonoro, ideal para dejarse llevar por melodías pegadizas y ritmos estivales. Su directo fue una bocanada de aire fresco que encajó a la perfección con la luz del mediodía.

Le siguió Sarria, que ofreció un set más introspectivo y melódico, jugando con matices de rock alternativo y sintetizadores sutiles. Un concierto que bajó las revoluciones sin perder intensidad, con letras que conectaron de forma íntima con el público de la plaza.

Venturi llegó al escenario con su característico sonido de guitarras, letras directas y espíritu pop-punk. Su energía sobre las tablas fue contagiosa, calentando a un público que no tardó en acercarse para dejarse llevar.

Y para cerrar esta primera franja del día, Bea Miau tomó los platos y subió la apuesta con una sesión ecléctica, divertida y muy bailable. Entre beats electrónicos, guiños retro y un carisma natural, la DJ convirtió la plaza en una pista de baile espontánea donde no hubo más norma que disfrutar.

Este estreno en la Plaza de la Barbacana ha sido un acierto absoluto. Más espacio, mejor acústica y un entorno único que eleva la experiencia del festival. Sentir Baeza ha empezado con fuerza, y el sábado promete seguir regalando momentos inolvidables.

Sábado noche

La segunda jornada nocturna del Festival Sentir Baeza no defraudó y consolidó al evento como una cita imprescindible del verano andaluz. Con un cartel ecléctico y una atmósfera vibrante, el recinto ferial se convirtió en el epicentro de la música indie, pop alternativo y electrónica con sabor nacional.

La noche arrancó con la fuerza emergente de Blam de Lam, que ofrecieron un directo potente, lleno de guitarras crudas y letras introspectivas. Les siguieron Alcalá Norte, que desplegaron su característico sonido urbano con tintes punk, encendiendo al público con una mezcla de crítica social y ritmos bailables.

Hey Kid trajo una energía fresca y desenfadada, conectando especialmente con el público joven gracias a sus melodías pegadizas y una puesta en escena cercana. La temperatura emocional subió aún más con la llegada de Zahara, uno de los platos fuertes de la noche. Con su habitual magnetismo, ofreció un show intenso, cargado de simbolismo y una producción audiovisual impecable, repasando temas de su último trabajo sin olvidar sus clásicos más coreados.

Malmö 040 aportó una dosis de melancolía elegante con su pop atmosférico, ideal para la caída de la madrugada. A continuación, Dorian demostró por qué siguen siendo una referencia del panorama nacional, con un repertorio con himnos generacionales que hicieron vibrar al recinto de principio a fin.

Besmaya no se quedó atrás, con una actuación íntima pero intensa, que conquistó tanto a fans como a nuevos oyentes con su sensibilidad pop y letras emocionales. El cierre de la noche quedó en manos de los siempre sorprendentes We Are Not DJ’s, que convirtieron el recinto en una auténtica pista de baile con una sesión ecléctica, divertida y sin concesiones al aburrimiento.

La segunda noche del Festival Sentir Baeza fue un viaje sonoro que fusionó estilos, generaciones y emociones. La música volvió a ser el lenguaje común en un espacio donde lo importante fue, una vez más, sentir.

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